viernes, 8 de marzo de 2013

La lucha de cada mujer con el sobrepeso

Por razones fisiológicas y, a veces, también sociales, el riesgo que tiene una mujer de sufrir obesidad es mayor durante la infancia, pubertad, embarazo, lactancia y menopausia. Es bueno ser consciente de ello para aumentar la vigilancia en estas etapas, pues siempre es más fácil no caer en la obesidad que salir de ella.


La vida de la mujer está marcada por importantes cambios físicos y hormonales que se dan en determinadas edades. Estos cambios, unidos en ocasiones a ciertas costumbres sociales, hacen que en estos periodos la vulnerabilidad de la mujer a la obesidad sea mayor. Y por tanto, en ellos habrá que aumentar la vigilancia e intentar controlar ciertos hábitos.

La infancia es la primera de estas edades, y los riesgos vienen de determinadas pautas sociales, que son, básicamente, el sedentarismo (televisión, videojuegos, computadora, celular) y la mala alimentación.


Pero cuando llega la pubertad, a lo anterior se unen ciertas alteraciones hormonales que producen evidentes cambios físicos en la niña. Dichos cambios pueden favorecer más aún la obesidad. En esta época de la vida hay que intentar que aumente su actividad física y, sobre todo, cuidar la alimentación.

Más adelante es la gestación y, en su caso, lactancia, lo que ocasiona cambios hormonales que, de nuevo, hacen peligrar la línea. El concurso del médico es ahora más importante que nunca, pues debe compatibilizarse un consumo ajustado de calorías con una adecuada diversificación alimenticia, a fin de preservar la salud de la madre y del hijo. Un ejercicio adecuado es también muy conveniente, igualmente bajo supervisión médica.


Por su parte, la obesidad es un factor de riesgo para el embarazo, que puede tener consecuencias negativas para la madre y también para su hijo. Y esta es una razón adicional para aumentar la vigilancia durante esos meses.
 

La menopausia es la última prueba a la que debe someterse la mujer. De nuevo son los cambios hormonales los que pueden llevarla a la obesidad, y además son cambios muy importantes. Durante la menopausia disminuye la producción de estrógenos, que son unas hormonas termogénicas (producen calor y, por tanto, consumen calorías). Como consecuencia, el gasto energético de la mujer es menor.
 

Por ello, si una mujer entra en la menopausia y sigue tomando la misma cantidad de comida, engordará, pues ahora quemará menos energía. Además, otras alteraciones derivadas de la edad hacen que se reduzca el gasto energético basal (la energía que consume el cuerpo cuando está en reposo). Por tanto, en esta etapa habrá que vigilar estrictamente la dieta y el peso, y no caer en la inactividad.

Con información de Obesidad-Plus  y adelgazar.net

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